Me levante alrededor de las 9 de la mañana, debido a ruidos en la cocina. Después de un gran esfuerzo por levantarme, me puse la ropa y salí de mi cuarto. Baje las escaleras, algo somnolienta debido a haberme despertado tan temprano. Recuerdo que mamá estaba en piyama, esperando por el té que mi papá le hacia. Pedí uno también.Le pregunté como se sentía, Me dijo que tenia un leve dolor de panza, pero tendría que ir al hospital, para asegurarse de que todo estaba bien.
Horas más tarde, mis abuelos llegaron, y yo me despedí de mis padres. Mi abuela, que en sus años de juventud y rebeldía había sido una gran pianista, me pidió que tocara alguna pieza en el piano. Después de su tercer pedido, saqué una partitura de mi mochila y se la toqué. No era muy difícil, pero quedo satisfecha.
Más tarde, cenamos, y después de arropar a mi hermana e intentar dormir, llamé a mi papá, para saber como estaba todo. Para mi sorpresa, me respondió rápidamente, y dijo que iban a volver a casa en una semana. Era sábado 12, por la noche. Esto me llevó a suponer que vendrían, a más tardar, el domingo 20 por la mañana. Saber esto me tranquilizaba, ya que la semana se pasaría rápido entre la escuela, las clases de piano, de natación, y de ajedrez. Además, estaba leyendo un libro, y cada vez que abría una de sus páginas, me sumergía en un mundo de cuentos fantasmales.
El jueves, mis abuelos nos llevaron a mi hermana y a mi al hospital, a ver a mi madre. Después de aproximadamente una hora de viaje, arribamos a la clínica. Una señora de unos 30 o 35 años, no más, nos indico cual era la habitación el la que estaban mis padres. Tuve 3 sorpresas al entrar. La primera fue encontrar a mi madre con el cabello muy corto. La segunda fue encontrar al lado de mi madre una maquina plateada, que no se para que servir. Y la tercera y última cosa que me sorprendió fue encontrar a mi padre hablando por teléfono con un médico de Estados Unidos. Como hablaban en inglés, no entendí mucho de lo que ellos decían.
No le di mucha importancia a estos hechos, porque ellos me dieron 3 respuestas rápidamente: El cabello estaba corto porque lo tenía "demasiado débil". La máquina era para "nebulizaciones". Y mi padre hablaba con un médico en ingles porque tenían pensado irse de viaje y quería "tener contacto con algún profesional" por si mi madre decaía.
Me recosté al lado de mi madre y nos pusimos a charlar. Mientras las horas pasaban, las risas aumentaban. Pero algo detuvo la diversión: Era hora de irnos. Me despedí de mamá y de papá y cerré la puerta de la habitación.
Recuerdo haber amanecido acostada en mi cama, el día jueves jueves 17, a las 9:30 aproximadamente. Me dediqué toda la mañana a estudiar para un examen. Un rato antes del horario de entrada a la escuela, el teléfono de mi casa sonó: Era mi madre, deseándome suerte en examen. Luego de intercambiar algunas palabras, me pidió que le pasara el teléfono a mi abuelo. Obedecí y me dirigí hacia la puerta. No sabía porque, pero había notado que la mano de mi abuelo, que estaba apoyada sobre la pared, cayó bruscamente contra la mesa. No dije nada, supuse que "era cosa de viejos", y salí caminando para mi escuela.
Cuando volví de la escuela, mi abuela me preguntó como me había ido en el examen y le respondí que bien. No sabia porque, pero su voz se notaba más temblorosa de lo normal. Nuevamente, me atreví a pensar que "era cosa de viejos". Me fui a dormir.
Días más tarde, el día sábado 19 de Septiembre de 2009, me desperté más temprano de lo usual, aproximadamente a las 8, por el ruido del teléfono. Atendí. Era mi padre, y entre llantos, lo escuché poder (apenas) pronunciar 4 palabras: Las voy a cuidar. Colgó.
No sabía porque, pero me sentía con miedo. ¿Que si algo malo había pasado? ¿Que si algo malo con mi madre había pasado? Conocería las respuestas a mis preguntas en un rato.
No se oía nada. La casa estaba en completo silencio. Un alfiler cayendo hubiera quebrado ese silencio mortal que habitaba mi hogar. Se escuchó el ruido de un motor apagarse. De nuevo, nada. Algunos minutos más tarde, se oyó el ruido de una puerta abrirse y cerrarse, y a continuación, el ruido de la reja de mi casa abrirse y cerrarse. Oí el ruido de una mano introduciendo una llave en la cerradura de la puerta principal de mi casa. La puerta se abrió. Todas las miradas se posaron sobre la cara de mi padre. Sus ojos rojos y su expresión facial nos hizo adivinar lo sucedido. Ella, la que iluminaba todas mis mañanas, mis tardes, mis noches, mi vida, la que me hacía ser feliz, la que soñaba con un mundo mejor; ella se había ido.
[Realmente no se como expresar lo que sucedió posteriormente, ya que con el solo hecho de pensar en Ella mi mente se llena de recuerdos, haciendo que las lagrimas me broten de los ojos. Pero creo que las siguientes palabras darán a entender (o al menos eso espero) todo lo acontecido:]
Sus ojos (llenos de lagrimas) se posaron en los de mi hermana y en los míos, y, antes de estallar en llanto, sus labios pronunciaron unas pocas palabras: Ella... se terminó. Me fue imposible no llorar. Necesitaba una segunda oportunidad, otro segundo más junto a ella. Sentía (y siento) que la necesitaba mas que nunca.
Pero la vida no es como un juego en donde, gracias a un truco, tu vida vuelve al 100% y no sucede nada malo. La vida es un milagro.
Simplemente, como final de este relato les quiero pedir algo: No maltraten a sus seres queridos. Nunca se despidan de ellos enojados, no saben como pueden terminar las cosas. Cuiden de sus padres, hermanos, primos, etc; son un milagro que la vida nos trae y se lleva sin pensar.
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